Hace años instauré mi sabia frase: 'Seré una Bruja, pero no la mala del cuento'.
Hoy, después de mil y un aventuras, despedidas, recuerdos, melancolías, lágrimas, risas, sueños, un perro en el cielo de los perros, seis hermosos gatos, un comedor, un 'love seat' de Liverpool y una cama queen size, me descubro como una mujer que ha aprendio y ha aprehendido que nada permance, todo se cambia, nada es infinito y los más importante que la magia vive en mí.
No me pregunten, no recuerdo sólo sé que la figura de la Bruja me atrae, no sólo por su magia, sus pócimas, sus brebajes, sino por todo el conociemiento que le es heredado y aprendido por observar la naturaleza.
Ser una Bruja es lo mejor que me ha pasado en mi vida.
Esa intuición que no me calla, ese nudo en mi segundo cerebro cuando sé que algo no está bien, la sobre carga eléctrica al recibir un abrazo de una persona a la que no le caigo nada bien.
La magia, mi magia se siente como una burbuja de jabón maleable, estirable, flexible, la respiro y es la que me 'avisa' de los posibles contratiempos que roderan mi mundito feliz.
Mi representación analógica:
Witch Tabby Cats Autum
By: Molly Harrison 2005
No tengo el don de la clarividencia. Si tengo el don de amar profusamente.
La Bruja ha vuelto.
Besos otoñales.