No puedo dormir. Este insomnio se apodera de mi mente. Casi las 3:00 am y no existe rastro alguno del pasado.
Los últimos meses han marcado su paso con achaques propios de los kilos demás: vesícula, riñones y un sistema motabólico 'raro'. Estos se han sumado a los síntomas no diagnósticados previamente de los últimos tres años. Van y vienen de manera cíclica.
¡Queda poco de la mujer que antes fui!
Aprender a crecer, -a madurar-, implica, en mi caso, guardar silencio ante tanta no-coherencia mía.
Mi turno cotidiano matutino y vespertino consiste en mis gatos, mi proyecto a medias (lo explicaré en las próximas entradas), comedias americanas, aprender a cocinar vegano, vegetariano y similares, y por último, andar un par de kilometros en la banda eléctrica; por la noche, Blod y yo permanecemos juntos, cuídando uno del otro y acompañándonos entre fútbol, series, películas, gatos y comidas menos pecaminosas.
Me he descubierto rodeada de un silencio autoimpuesto, uno de esos que te vacían el alma y te llenan la mente con sentimientos más que pensamientos.
Contar cuentos que no son cuentos va más allá de enumerar lo vivido de agosto de 2012 a noviembre de 2017.
El objetivo principal de redactar este blog consiste en retomar la esctitura y ser consciente de quién soy ahora y de esta manera liberar y dejar que mis monstruos salgan a bailar en las noches de luna llena.
Hasta pronto.