Este fin de semana como puse en la entrada anterior fue definitorio en muchos sentidos. No sólo para mi corazón sino para otras áreas de mi vida. Durante años he buscado un cambio significativo, he dado vueltas a un mismo asunto y en tan sólo cuatro días mis viejas plumas caen como las que muda el Ave Fénix antes de morír para renacer de entre sus cenizas.
Nadie me quita mis plumas; yo las mudo por desición propia; yo comienzo a espulgarme todo lo que he cargado por años, o bueno, eso intento. Las próximas semanas iré dejando algunas plumas por aquí, algunas plumas por allá, al final sólo quedarán las cenizas y de entre ellas me reconstruiré.
Esa imagen quiero de mí, la que simboliza: libertad, esperanza, renacimiento, fortaleza, belleza y una lágrima que cura todo, incluída la nostalgía por lo que se deja. Aun queda la añoranza de encontrar mi lugar con y en el Universo, así como la añoranza de tener espacio suficiente entre mis brazos, espíritu y corazón para recibir todas las circuntancias de las que aprenderé y aprehnderé de mí lo que no he visto y sentido.
Un abrazo emplumado que ha prendido fuego con las lágrimas de la vida.
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