miércoles, abril 21, 2010

¡En sus marcas listos fuera!

De niña no fui una persona con la habilidad para el ejercicio: no corría rápido, los balones me seguían aún cuando estuviera atrás de todos, jugar en equipo era la cosa más fea: mi equipo perdía, sin condición física. Durante mucho tiempo me pregunté por que hacen que los niños pocos hábiles para el deporte, cualquiera que sea, sufran o pasen por esa tortura: las burlas de los demás y no digan que no es así. Los niños pueden ser la cosa más tierna de mundo o los más crueles del mundo.

Hace cerca de 9 años descubrí que el único ejercicio para el cual me considero hábil o casi buena, el Yoga. Si después de algunos meses, de asistir puntualmente lunes y miércoles a mi clases, adquirí un nivel avanzado. Tanto avancé que cuando mi instructora Julieta no podía dar al clase por cuestiones de causa mayor, me avisaba con tiempo y la suplía en sus grupos. Durante cerca de 3 meses, dí todas y cada una de sus clases. A veces, extraño esa actividad.

Al practicar "Hatha Yoga" me sentía libre, dejaba fluir los pensamientos, aprendí a dejar el pasado a trás, algunos "tips" los aplico todavía en mi cotidianeidad: respirar profundo, enfocar lo más posible mi centro energético y hacer "Yan Mudra".

Hace meses inicié una rutina de ejercicios durante 4 o 5 días a la semana, y así como inicío la dejé a un lado porque no logré compaginar los cambios de mi vida con esta actividad. Hoy busco mi equilibrio en todos los aspectos: físico, emocional, espirítual y mental. Estos cuatro elementos me conforman como los cuatro elementos a la vida: tierra, fuego, aire y agua.

Las horas avanzas inescrutables, confiadas en si mismas, llenas de manecillas que marcan el tiempo humano (el tiempo de la conciencia: cuando el hombre tomó el fruto del conocimiento y quiso más de lo que le estaba vedado. Quiso ser dueño de sí mismo y fue el regalo más extarordinario: el libre albedrío), y marcan el camino a seguir. Éste es una vereda con algunas subidas, bajadas, charcos, raíces saliendo de todos lados. Lo que no saben las personas es que no pretendo competir o ganarle al tiempo. Primero porque no conozco a alguna persona que le haya ganado y, segundo porque no se trata de velocidad, sino de resistencia.

Me propongo a mi misma en esta etapa de mi vida ser fuerte, resistir, mantener mi espíritu en alto, sólo por el gusto de ser yo. No estoy diciendo que soportaré lo que no me gusta, que no hablaré claro cuando se afecté, que no alzaré mi voz para decir quiero y necesito esto. Digo que esta etapa es más para demostrarle al mundo de que estoy hecha:

        ¿De qué estoy hecha?
         De polvo de estrellas; 
         de tierra húmeda y fértil;
         de átomos de vida satisfecha y plena...
        
         De la mirada de satisfacción,
         de una piel dispuesta a recibir caricias;
         de un silencio lleno de murmullos,
         y de como me quieras imaginar!




¡Así me sentía hace dos años, así me siento hoy!




Saludos positivistas. ¡No existe el determinismo social!

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